La palabra mezquita deriva del árabe masyid, que significa “lugar donde arrodillarse o estar postrado“, lo que refleja perfectamente la actitud del musulmán cuando reza de “sometimiento” –esta es la traducción del vocablo Islam– a Alá. El edificio que es definido por este término constituye, no sólo el templo donde los musulmanes se reúnen para rezar a su dios a lo largo de la historia, sino que se ha convertido en símbolo del Islam como religión y como civilización. Así, para conocer la historia del pasado del Islam, las mezquitas representan uno de los más importantes y espectaculares vestigios materiales.
La palabra mezquita significa “lugar donde arrodillarse o estar postrado”
Las mezquitas islámicas tienen su origen más próximo en las basílicas del Mediterráneo Oriental, a las que se parecen en muchos aspectos, como su planta, frecuentemente basilical y con un número impar de naves dirigidas hacia el muro de la “qibla”. Las naves solían ir separadas mediante arcos de medio punto y / o de herradura.
Los principales elementos de toda mezquita, que pueden verse en la aljama cordobesa, son los siguientes.
El “oratorio” (haram), espacio cubierto donde se congregan los fieles durante la plegaria, unido a un “patio descubierto” (sahn) que en muchas ocasiones se presenta rodeado por tres de sus lados por arcadas (riuaq), con el cuarto lado dando acceso al oratorio. Para que los fieles realicen las obligadas abluciones rituales antes de la plegaria, toda mezquita contaba con un estanque o piscina, con o sin fuentes, que suele estar situado en la zona central del patio, y ser lo suficientemente extensa como para permitir el uso compartido por varios fieles.
El “alminar” o “minarete” es la torre de planta cuadrada o circular, que suele ubicarse en el extremo Norte del patio de abluciones, y desde donde el “muezzin” o “almuédano” realiza la llamada a la “oración” (adhan) a todos los fieles cinco veces al día. Todo oratorio de una mezquita debe tener un muro orientado hacia La Meca (Qibla), en cuya parte central se encuentra el “mihrab“, un hueco o nicho que es el centro de toda mezquita y donde se concentra la decoración más rica y vistosa. Al contrario que el altar de una iglesia, el “mihrab” no constituye un espacio sagrado, pero indica la dirección de la plegaria, que sí es sagrada; suele tener planta semicircular y estar abierto al muro de la “qibla” mediante un arco de medio punto o de herradura. En muchas ocasiones va precedido de una cúpula.
El “minbar” o púlpito, situado siempre a la derecha del mirhab, y que consiste en un armazón de madera de diversa altura al que se accede mediante una escalera que conduce a una pequeña plataforma coronada con cúpula o cubierta. Desde su parte superior el “Imam” dirige la oración de los fieles (jutba). Es un elemento común a todas las grandes mezquitas, pero inexistente en las pequeñas mezquitas rurales o de barrio debido a que las reducidas proporciones de esos templos lo hacen innecesario.
La “macsura” constituyó en origen un lugar separado donde salvaguardar la vida del Imam que, en los primeros siglos del Islam, solía ser el Califa o gobernador y estar con frecuencia en peligro de asesinato. Consistió en una plataforma elevada con vallas de madera protectoras para, posteriormente, irse desarrollando hacia formas arquitectónicas que realzan la nave central, generalmente más ancha que las laterales, de toda mezquita.
Desde el punto de vista arqueológico, una mezquita es sobre todo reconocible por su orientación en dirección a La Meca, ciudad sagrada del Islam. También son fácilmente reconocibles otros elementos, como las galerías del oratorio, cuyas arcadas presentan cimentación corrida en la mayor parte de las ocasiones; el nicho del mihrab, con su planta semicircular o en arco de herradura; la cimentación del minarete, usualmente de planta cuadrada; los pilares que marcan el emplazamiento de la macsura, etc.
Los principales elementos de una mezquita son: el oratorio, el alminar, el minbar, la macsura y el mihrab.
Al producirse la reconquista cristiana de Al-Andalus –el territorio de la Península Ibérica bajo dominio musulmán– muchas de las mezquitas fueron reutilizadas como iglesias por los cristianos. Entonces fue habitual que respetaran las naves y distribución interna del espacio del templo, aunque modificaran su orientación. Los ejemplos que poseemos de esta transformación son abundantes en nuestro país (Sevilla o Toledo), aunque nosotros vamos, por supuesto, a centrarnos en la aljama o mezquita principal de Córdoba.
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Texto: Jesús Pijuán.
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